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Historia de la Localidad

Villa situada al sudoeste de la provincia de Toledo, prácticamente en su confluencia con las provincias de Ciudad Real y Cuenca, formando parte de lo que en otros tiempos fuese llamado «Campo Espartario” por los romanos y «Manxa”, por los árabes. Siempre perteneció a la diócesis de Cuenca, hasta 1.955 que se integró en la Archidiócesis de Toledo. La parte más antigua de la población, se llamó «Almoradiel”, que se compone, según unos investigadores, del artículo árabe «al”= «el”, el vocablo latino «murellu” (diminutivo de «muru”), y la terminación en diminutivo árabe «iel”= «pequeño”; y según otros, se trata de un nombre propio íntegramente árabe, formado por el artículo «al”, el sustantivo «murad” y el diminutivo «iel” . En cualquier caso, la raíz, tanto si es árabe como si es latina tiene el significado de » muro”, «castillo” o fortaleza”, por lo que su nombre completo bien pudo traducirse por «El Castillito”, «El Castillo pequeño” o «El Castillejo”. El título de «Puebla” lo recibe tiempos después, con motivo de la repoblación promovida por la Orden de Santiago.

Pozo
Su origen podría ser una fortaleza de la época ibérica y celta, habitada posteriormente por romanos, visigodos, y durante la dominación musulmana por los Almorávides, que es de donde aparecen los primeros datos escritos. La primitiva población estaba asentada en los márgenes del río Gigüela (del romano Xiculum) a unos 3 kms. escasos de su actual emplazamiento, siendo abandonado este lugar en el año 1276, por las reiteradas epidemias que causaba la proximidad del río al poblado.

En aquel antiguo núcleo de población había una ermita dedicada a la advocación de Santa María Magdalena con una imagen de bulto, de «Nuestra Señora con su Bendito Hijo en los brazos, ya muy vieja e mal tratada” y «otra imagen de bulto de la Madalena”, según se cuenta en el Libro de Visitas de la Orden de Santiago, del año 1.554, correspondiente al Común de La Mancha. Dicha ermita pasaría posteriormente al beneficio de la iglesia de San Juan Bautista, templo parroquial de La Puebla de Almoradiel. Además en este lugar debió haber una pequeña fortaleza en la época musulmana –de ahí su nombre «Murad”-, de la que hoy no queda nada, si bien, años atrás, se encontraron vestigios, tales como trozos de cerámica sigilata, algunos con pintadas figuras geométricas en ocre y trozos de vajillas en color gris quemado. Ya, en el siglo XIII, pertenecía el asentamiento a la Orden de Santiago y San Juan (citado en un tratado de 1.243 entre estas órdenes), pero nada sabemos en concreto, de quien fuera su fundador.

Según los primeros datos escritos de los que se tiene conocimiento, podemos basarnos en las opiniones de dos insignes hombres de ciencia: Asín Palacios y el árabe Yagut. El primero dice que, este pueblo pudo estar fundado por gentes de la tribu de los «Madluy” (Almoravides), que al fraccionarse, unos quedaron por tierras levantinas, dando origen al pueblo alicantino «Almoradí” , y otros se llegaron hasta estos parajes. Ambos arabistas coinciden en el vocablo «Murad”, traducido como «castillo”, si bien el segundo lo registra así, también en un poblado o asentamiento cerca de Córdoba.

Lo cierto es que según los primeros escritos sobre sus orígenes, este pueblo fue aldea, perteneciente al gobierno de Corral de Almaguer, Pero en 1.331 Almoradiel consigue el privilegio de villazgo dejando de depender de aquel, hasta que diez años después, el Maestre de la Orden de Santiago, D. Alfonso Méndez, le otorga la carta de población, la cual sería ratificada por otros Maestres e, incluso muy posteriormente, por los Reyes Católicos y hasta por S. M. el Rey Felipe II. Ya en 1.353 pasa a formar parte del Común de La Mancha, constituido por el partido y gobernación de Ocaña. Dos siglos después, en 1575 se introduce dentro de la llamada «Mancha de Montearagón”, y ahora forma parte del partido judicial de Quintanar de la Orden.

Por otra parte, está el sitio de Palomares, que en época pretérita fue llamado «Palomares del Aljibe” (incluso, en algún documento remoto de la Orden Militar de Santiago, aparece con el nombre de «Palomarejos”). Se encuentra al Sur del término municipal, a unos nueve kilómetros del casco urbano y en los límites con los términos municipales de Miguel Esteban y Quero. Posiblemente este lugar fuera en su día, una aldea del siglo XVI, pues antes, en 1.499, según los libros de esta Orden, «tenía cuatro o cinco vecinos con una muy buena labranza”.

Aunque no hay muchos datos, se puede decir que estaba constituido por casas del Maestre y una iglesia de una sola nave de tapiería de tierra, cubierta con tirantes de pino. En el altar con retablo, «una imagen de Nuestra Señora, de bulto, con su Hijo Bendito en los brazos, metida en un tabernáculo pintado de azul, sembrado de estrellas de oro. Tiene un tablero encima de la dicha imagen de pincel de la quinta Angustia y en dos tableros de los lados, las imágenes de Sant Jerónimo en la penitencia e Santa Catalina de pincel. La guarnición de este retablo es labrada de talla dorada y el campo azul”, todo esto, según se dice en el libro de visitas de la Orden de Santiago de 1.554. (Curiosamente, por ese año, y según el mismo libro, Almoradiel contaba con 250 vecinos) .

En la segunda mitad del siglo XVI esta iglesia disminuyó en su categoría, pasando a ser ermita con la advocación de Santa María de Palomares, al igual que lo sigue siendo hoy, dependiendo de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista. Con el paso de los siglos ha ido sustituyendo su primitiva arquitectura, muy modesta y pobre en su fábrica, por otra más moderna y funcional, de mayores dimensiones, y de mayor solidez en su construcción, con sendos porches adosados a sus laterales, apoyados en columnas de piedra de una sola pieza (se dice procedentes de la antigua Posada del Arco, lo que hace suponer una antigüedad de cinco siglos), siguiendo la estética toscana, y otras habitaciones destinadas al servicio de la Hermandad que la patrocina. La fachada, de mampostería conserva su primitivo portón de madera, con un cerramiento de forja, también procedente de la antigua ermita. Corona la fachada una espadaña de factura de ladrillo, albergando una campana.

La última obra de reconstrucción de la ermita, data de los años sesenta del siglo pasado. (Hoy, como ayer, la devoción a la Virgen de Palomares, está profundamente arraigada en los corazones de todos los almoradienses, desde su más tierna infancia).

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El Escudo

escudoEl escudo oficial del municipio, es de reciente creación, datando del último cuarto del siglo pasado.

Por Real Decreto nº. 1.350, publicado en el B.O.E. de 19 de junio de 1.978: A propuesta del Ministerio del Interior y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión de 12 de junio del mismo año, se autoriza al Ayuntamiento de La Puebla de Almoradiel a adoptar el Escudo Heráldico Municipal, organizado de la siguiente forma, de acuerdo con el dictamen de la Real Academia de la Historia: escudo de plata, la Cruz de la Orden de Santiago en gules, bordura de gules cargada con tres espigas de oro y al timbre corona real.

Trae la Cruz de Santiago por haber pertenecido a la Mesa Maestral de Santiago de la Espada, uno de cuyos maestres, D. Enrique «el Turbulento”, le concedió el título de «villa”. Luce el oro de las espigas significando la tradicional riqueza de sus campos. La razón de la bordura en gules, porque en distintas ocasiones, a lo largo de la historia, este pueblo defendió a su Patria frente al enemigo, vertiendo su sangre con arrojo y valentía. El que esté timbrado con la Corona Real, es porque siempre fue fiel a su rey alejándose de conspiraciones en momentos de turbulencias nobiliarias.