Iglesia parroquial de San Juan Bautista
Se encuentra ocupando el centro de «Plaza de la Iglesia” y junto al Ayuntamiento. La mezcla de estilos arquitectónicos, consecuencia de las diferentes fases de construcción, hace difícil su datación cronológica, pudiéndose remontar a las etapas más antiguas de la Edad Media, más concretamente entre los siglos XII-XIV, observándose restos de estilísticas románica y gótica en algunas partes, tanto del interior como de la fachada. Ejemplo de ello, son dos arcos de medio punto del transepto y dos ventanas abocinadas, con arcos pareados de medio punto.
El estado actual, tanto de la planta como del alzado, presenta una nave central con crucero, cubierta con bóveda de cañón con lunetas y arcos fajones. Los brazos del transepto desembocan en dos capillas: la capilla de la Inmaculada que se prolonga paralela a la nave central, y en el brazo opuesto la capilla-enterramiento de los Ortiz, con bóveda nervada estrellada; en ella hoy se ubican las imágenes de la Virgen de Palomares y Jesús de Medinaceli. Contigua a ésta,
Altar Mayor
aparece el pórtico que cobija la entrada, inscrita ésta en un arco de medio punto, correspondiéndose con la entrada principal de la iglesia. En la clave del arco se aprecia la Cruz de la Orden Militar de Santiago. Y contiguo al arco, otra capilla de obra más reciente, mandada construir por Dª. Orosia Ballesteros Palomino en 1.924, -con enterramiento-, donde se albergan la imagen de la Virgen del Carmen y otras esculturas propias de la Semana Santa.
El muro de mampostería, presenta una forma compacta y cerrada a la que se adosan tres contrafuertes que permiten soportar el peso de la cubierta, esta última de tipología renacentista, con bóveda de cañón con lunetas y arcos fajones. Destaca la bóveda de crucería estrellada con nervios combados que cubre el ábside donde nervios y claves durados destacan sobre los plementos. El altar mayor es de estética moderna predominando el mármol, y está presidido por una imagen grande de San Juan Bautista y a ambos lados las del Corazón de Jesús y el Corazón de María. El retablo original de estilo barroco, desapareció durante la Guerra Civil.
En los pies de la iglesia se sitúa el coro, al que se accede mediante unas escaleras que conducen también a la torre campanario de estética escurialense. De este mismo estilo es una de las ventanas de la fachada que se encuentra rematada con frontón triangular y adornos en bola.Digamos que según documentos de la Orden de Santiago, esta torre se construyó con notable posterioridad al resto del edificio (en 1.480, aún no había sido construida «a cabsa de no tener dineros”, se dice). Aunque no hay datos concretos, su construcción pudo iniciarse a finales del siglo XVI y principios del XVII.
La ermita de Nuestra Señora del Egido.
Ocupa parte de un paraje que en aquel entonces fuese ejido –de aquí su nombre, aunque por estos lares siempre se empleó la letra «g”-. Fue construida en el siglo XVI, por orden de Juan López Cañizares, hombre muy principal de esta villa. (Hoy la vemos situada en la parte frontal de una bonita y alegre plaza, utilizada también como auditorio público abierto). Presenta una sola nave con planta rectangular, en cuyo ábside se encuentra Nuestra Señora del Egido, patrona y alcaldesa honoraria perpetua de este pueblo; una bonita imagen de bastidor que sustituye a la original, desaparecida durante la Guerra Civil. (Últimamente este pequeño templo se ha enriquecido con la presencia de un precioso retablo del siglo XVIII de estilo rococó o barroco tardío, traído de otra localidad y donado por el arzobispado de Toledo, en el que se ha instalado una imagen del patriarca San José).
El muro de mampostería, se caracteriza por su morfología compacta y cerrada, sin apenas vanos, rematado con una espadaña, luciendo tanto en los laterales como en el centro, adornos de bolas, elemento característico del estilo artístico renacentista.
También de la estética Renacentista y más en concreto del estilo purista español, conserva la limpieza y sobriedad, especialmente en su fachada, concretando los elementos decorativos en la portada. Esta portada está inscrita en un arco de medio punto de herencia clásica, abrazado con dos columnas adosadas a ambos lados del mismo, y en la parte superior, rematando el conjunto, una estructura abalaustrada con remate de frontón semicircular y adornos de bolas que nos acercan a la estética herreriana. Debajo del frontón aparece una hornacina que alberga una pequeña talla en piedra de la Virgen del Egido, de reciente construcción. Las dos ventanas situadas a ambos lados de la portada, están también rematadas con frontones, si bien en este caso son triangulares.
Destaca en su interior una doble bóveda de arista, que se forma con el cruce en perpendicular de dos bóvedas de cañón, denominándose así porque en el interior aparecen dos líneas, (aristas), que se cruzan en el centro.
El ábside está cubierto con una cúpula sobre pechinas en las que se inscriben cuatro óculos con las imágenes de los evangelistas.
Al pie del altar existe una tumba donde se hallan los restos de numerosas personas prisioneras allí, y ejecutadas después, en el año 1.936. Esta ermita tuvo anejo un hospitalito años ha, y en sus solares, al principio de los años 40, el pueblo levantó un convento que fue a su vez dispensario y colegio, inaugurado y cedido a la Diócesis mediante escritura pública de fecha 12 de diciembre de 1.943, siendo regido desde entonces y hasta 1.996, por la Congregación de Madres Franciscanas Hijas de la Misericordia, bajo el lema «Paz y Bien”. Posteriormente, desde septiembre de 1.998, ha sido la Congregación de Hermanas Jerónimas de la Adoración, quien viene ocupando el convento.
Desde su inauguración, el convento también ha venido prestando servicios de dispensario parroquial de urgencias y colegio concertado por parte de las Hnas. Franciscanas; y durante los primeros años de las Hnas. Jerónimas, el servicio de C.A.I., también concertado. Desde el año 2.008, estas Hermanas. sólo se ocupan de la atención a las labores propias de la parroquia.
Ermita del Santísimo Cristo de la Salud
Hoy es una ermita algo mayor de lo que en su día fuese sencillo humilladero, mandado construir por Francisco Sánchez Roldán, personaje muy influyente en este Municipio, en el siglo XVI y dedicada a la adoración de las llagas de Jesús Crucificado.
Carece de estilo arquitectónico definido, ofreciendo influencias románicas en la fachada y, renacentistas y barrocas en su interior. Presenta una planta poligonal con nave única, capilla a la derecha del ábside, continuada por la sacristía, y entrada y coro elevado, a los pies.
La fachada está divida en tres cuerpos: el inferior está presidido por una portada con arco de medio punto; en cuya clave se inscribe la cruz de la Orden Militar de Santiago; el cuerpo intermedio presenta un solo vano adintelado; el cuerpo superior posee claras reminiscencias de la arquitectura románica, con un remate de arquería ciega de topología lombarda, abrazado con dos molduras de influencia herreriana. Coronando la fachada se sitúa una espadaña de reciente construcción, con huecos para alojar las tres campanas.
En su interior destaca la bóveda de cañón con lunetos y arcos fajones; el ábside está cubierto con una cúpula sobre pechinas, en las que se inscriben cuatro óculos decorados con frescos.
En el ábside se encuentra la preciosa y preciada imagen del Santísimo Cristo de la Salud, muy venerado en toda esta comarca manchega, cobijado dentro de una moldura con columnas de fuste combinado, y capitel de hojas de acanto, decoradas con panes de oro. La imagen se encuentra intalada bajo un arco de moldura fina con forma de herradura. Completan el altar dos pequeñas esculturas de la Virgen de la Esperanza y a San Antonio Abad. (Digamos que este santuario es lugar de peregrinaje de millares de fieles de toda la comarca, que cargados de fe y esperanza, acuden en súplicas y gratitud al Crucificado).
Ermita de Santa Ana
La Ermita de Santa Ana (construida en su día en las afueras del pueblo y hoy centro de una gran barriada), es una fábrica sencilla de procedencia renacentista-barroca, de cuya antigüedad carecemos de datos concretos. Presenta una planta de cruz latina con entrada a los pies, en medio de un amplio patio. En el muro de mampostería, rematando la mitad superior de sus ángulos, se observan restos de fábrica de sillería.
El vano de la entrada es adintelado y está precedido de un pórtico a tres aguas sostenido por dos columnas de piedra de estilo clásico, de reciente construcción.
La nave, típicamente renacentista, se cubre con una bóveda de cañón con lunetos. La cubierta del transepto posee una cúpula de media naranja sobre pechinas decoradas con frescos de imágenes religiosas (Santa Inés, Santa Eulalia, Santa Cecilia y Santa Bárbara).
Retablo Barroco
Hay que destacar de esta Ermita la pervivencia de un retablo de época posterior a la fecha de construcción de la misma. Es de fuerte sabor barroco, con los elementos propios que lo caracterizan, como las columnas salomónicas y la abundancia decorativa que se refleja en los adornos arracimados alrededor de sus fustes, rematando los mismos soberbios capiteles corintios con hojas de acanto. Desde el punto de vista cromático predominan las tonalidades ocres y azuladas, así como la abundancia de panes de oro. Ha sido restaurado hace unos años por alumnos de la Escuela de Bellas Artes. Las imágenes que actualmente lo decoran no son las originales (las tallas de Santa Ana y la de Santa Lucía principalmente, que eran de bastidor), ya que han sido sustituidas por otras de fecha posterior; las originales se conservan aún, estando depositadas en la sacristía. Este retablo está formado por tres cuerpos; en el inferior se encuentran en sendas hornacinas, de izquierda a derecha, las imágenes de Santa Ana, la Virgen dando su mano al Niño Jesús y Santa Lucía, y en el cuerpo superior, San Blas.
En el brazo derecho del transepto, cubierto con una bóveda esquifada plana, se pueden observar en la parte superior, en cada uno de los lados, las cruces de la Orden de Santiago, la de la Orden de San Juan de Jerusalén, la de la Orden de Calatrava, y los símbolos del Papado: llaves de San Pedro y Mitra.
En el exterior de la ermita –pero dentro del patio-, y mirando a la calle del mismo nombre («Santa Ana”), se encuentran tres estelas funerarias, en las que aparecen sendas cruces en hueco relieve. Antiguamente, este lugar era el principal punto de parada del «Viacrucis”, interpretándose como la X Estación del mismo. También, en la parte trasera del patio, y anejo a la ermita, se construyó hace pocos años, un amplio salón de dos plantas, dedicado a actividades parroquiales.
Ermita de San Isidro
La ermita de San Isidro se sitúa a dos kilómetros del municipio sobre un terreno ocupado antiguamente por la Vereda Real Soriana y la propiedad particular, donada a la cofradía del Santo Labrador, por Don Julio Villafranca Muñoz.
El aspecto actual de la ermita es el resultado de varias modificaciones realizadas desde que allá en el año 1950 se iniciaran las primeras obras, siendo su inauguración en mayo de 1.952. Presenta una planta rectangular con cuatro dependencias anexas a la cabecera.
La fachada, antiguamente de mampostería, hoy se encuentra revestida con cemento y pintada de blanco, sobre zócalo de piedra. También es obra de los últimos años, el amplio pórtico que precede a la entrada, hecho a tres aguas y sostenido por dos grandes columnas de piedra de estilo clásico. Este acceso -a escasos metros del cauce del Gigüela, y frente al mismo-, presenta un arco de medio punto con factura de ladrillo. Remata la fachada una espadaña, cuyo aspecto también ha cambiado a lo largo de los años.
En el interior de la ermita se presenta una cabecera con tres hornacinas, una central de mayor tamaño, que alberga la figura del Santo patrono de los labradores, y a ambos lados se han construido recientemente otras dos, en cuyo interior se encuentran las imágenes, en pequeño tamaño de la Virgen María niña y Jesús niño (ambas eran sacadas en una procesión escolar años ha, por los niños que hacían la primera comunión); la mesa del altar, de mármol, completa el conjunto. En los muros laterales aparecen cuatro vanos ocupados por vidrieras decoradas con temas bíblicos.
Ermita de la Virgen de Palomares
Según se cuenta, en el paraje de «Palomares», situado en el enclave de los términos municipales de La Puebla de Almoradiel, Miguel Esteban y Quero, la tradición dice que fueron unos agricultores los que ejercitando su labor, encontraron enterrada entre piedras, la imagen de la Virgen que más tarde llevaría el nombre de este paraje y del pequeño poblado que en él moraba, el cual, siglos después acabó incorporándose, junto con el de la Magdalena, al núcleo de población que hoy nos ocupa. Y fue allí, en el mimo sitio en el que se encontró la imagen, donde se construyó su pequeño santuario.
Hoy la ermita de la Virgen de Palomares se encuentra a 9 kilómetros de La Puebla de Almoradiel en un lugar que se menciona en la Relaciones de Pueblos del Obispado de Cuenca (S. XVI) como «El campo de Palomares»; hallándose en dicho lugar una pequeña ermita, origen de la actual, que fue reconstruida en la década de los años 60 del siglo XX. (Bastantes años antes, al hacer hoyos para plantación de vides, fueron encontrados por aquellos parajes, restos de cerámica y monedas de origen romano).
Altar Mayor de la Ermita de la Virgen de Palomares
Esta primera reconstrucción se realizó a iniciativa de una comisión de vecinos, que a finales de 1967, impulsados por la devoción a la Virgen de Palomares, iniciaron entre los feligreses almoradienses, la recaudación de los fondos necesarios para la rehabilitación. El aspecto actual de la ermita es el resultado de otros dos retoques posteriores. Presenta una planta basilar con dos dependencias longitudinales anexas con cubierta adintelada.
La fachada, de mampostería, conserva la puerta original, de madera, a la que se antepone un cerramiento de forja también procedente de la antigua ermita. La portada esta rematada con un voladizo a dos aguas. A ambos lados de la entrada principal se sitúan dos porches, apoyados, en cada extremo, sobre dos columnas de piedra siguiendo la estética toscana. Dichas columnas están elaboradas en una sola pieza, y proceden, según testimonios, del patio de la antigua Posada del Arco, lo que hace suponer una antigüedad de al menos cinco siglos (S. XVI). Corona la fachada una espadaña de factura de ladrillo, que alberga una campana procedente de la ermita de Santa Ana; la original, de tamaño inferior, se encuentra dentro de la propia ermita.
Puente Romano
Nomenclatura y origen
Se ha bautizado como «Puente Romano”, aunque no se ha podido constatar su origen, ni hallado la datación del mismo. Cierto es, que el puente reúne características propias de las construcciones de origen romano, aunque pudiera haber sido construido en época posterior.
Situado en la ribera del río Gigüela, próximo al molino de la Torrentera, servía para posibilitar el tránsito de personas, ganado, caballerías y carruajes, sobre una acequia o arroyo de poca anchura junto al cauce del mencionado río. Probablemente, in illo tempore, fuera paso obligado para acceder a los molinos harineros que jalonaban la vega del pequeño Gigüela.:
Construcción y ubicación original o primitiva.
Es una construcción de tipo civil, estaba situado en la ribera del río Cigüela y servía para posibilitar el tránsito de personas, ganado, caballerías y carruajes sobre una acequia o arroyo de poca anchura junto al cauce del río mencionado. Probablemente fue paso obligado para acceder a los molinos harineros que jalonaban la vega del Cigüela.
Ubicación actual.
Hoy está situado en el kilómetro 8 de la vía verde Quintanar- Villacañas y a una distancia aproximada de 1 kilómetro de la población, justo en la confluencia de ésta vía con la carretera provincial 410 de Navahermosa a Quintanar de la Orden.
Puente de un solo arco de tipo escarzano o rebajado con intradós en curvatura circular y en el que la flecha es menor que la luz. El centro de la directriz se halla por debajo de la línea de arranque. Está formado por cuarenta y seis piedras o dovelas numeradas –todas según la construcción primitiva-, de diferentes medidas. Éstas están apoyadas sobre sendas filas de piedras sillares de época posterior, añadidas en la reconstrucción actual, con una altura uniforme de 52 centímetros. Su fábrica es de piedras sillares de naturaleza caliza no almohadilladas. Las dovelas están unidas por argamasa de cemento gris y arena con un llagueado visible de 3 centímetros de anchura. En la parte exterior de arriba del puente, son claramente perceptibles las huellas que han dejado en la piedra –en dos alineaciones paralelas-, las ruedas de hierro de los carros que pasaron sobre ellas (en dos alineaciones paralelas), a lo largo de los siglos de servicio de esta construcción.
Puente Restaurado
Características de la construcción.
Puente de un solo arco de tipo escarzano o rebajado con intradós en curvatura circular y en el que la flecha es menor que la luz. El centro de la directriz se halla por debajo de la línea de arranque. Está formado por cuarenta y seis piedras o dovelas numeradas de la construcción primitiva, de diferentes medidas. Estas están apoyadas sobre sendas filas de piedras sillares de época posterior, añadidas en la reconstrucción actual con una altura uniforme de 52 centímetros. Su fábrica es de piedras sillares de naturaleza caliza no almohadilladas. Las dovelas están unidas por argamasa de cemento gris y arena con un llagueado visible de 3 centímetros de anchura. En la parte de arriba del puente son claramente visibles las huellas que las ruedas de hierro de los carros han dejado en la piedra, en dos alineaciones paralelas, a lo largo de los años de servicio de esta construcción.
Dimensiones del puente
Tiene una flecha – altura interior del arco desde la línea de arranque hasta la clave-, de 168 centímetros; y de 220 centímetros, si contamos la primera fila de piedras, también sillares que, como antes se dijo, sirven de soporte y de arranque de la estructura, hecha así, para proporcionarle una mayor altura y permitir el paso de personas bajo la misma. Hoy, esta original construcción, es lugar de numerosas visitas y fotografías de recuerdo.